Una de las patologías comunes que puede sufrir la articulación de la rodilla es el llamado “síndrome de hiperpresión rotuliana”.
Una etiqueta que sirve para designar cualquier desalineación de la rótula que conlleve un aumento de rozamiento entre ésta (su cartílago) y el fémur.
En cualquier caso, esta es una definición genérica, bastante rotunda y absoluta. En realidad habría que hablar de muchos componentes implicados en la disfunción entre rótula y fémur. Cualquiera de ellos puede contribuir a generar la molestia y hay pocos casos en que el problema es incorregible desde fuera (sin pasar por intervención quirúrgica).
Los síntomas que presentan suelen ser: dolor al bajar escaleras o pendientes (más que al subirlas), al mantener posiciones de flexión mantenidas, cuclillas y al deambular por terrenos irregulares. Precisamente las actividades que se suele recomendar evitar cuando se sufre este tipo de problemas. En muchas ocasiones se relaciona el inicio de los síntomas con algún cambio en el nivel de actividad, sobre todo cuando se restablece un deporte o se aumenta su intensidad tras un período de descanso relativamente prolongado. A veces también puede ocurrir cuando se inicia una actividad nueva.
Todo esto tiene una explicación: los músculos que participan en el movimiento de extensión de la rodilla (estirar la pierna), son los que se encargan de que la rótula, ese huesecillo que flota en la parte de delante de la articulación, siga correctamente su recorrido por el raíl que le proporciona la forma del fémur. Estos músculos trabajan coordinados tirando cada uno en la proporción adecuada para que el movimiento se produzca con la alineación adecuada. Estamos hablando sobre todo de los vientres musculares del cuádriceps (todo el mundo sabe ubicarlo, ¿no?), y más en particular de sus vastos externo e interno.
También podríamos mencionar otros elementos contráctiles que en definitiva tiran en un sentido o en otro obteniéndose finalmente un vector resultante que, en condiciones normales, procura que el movimiento sea correcto.
Se trata pues de que los tirantes hacia fuera y hacia dentro trabajen en equipo, perfectamente coordinados. Esto puede sufrir algún contratiempo en las circunstancias que mencionaba anteriormente (aumento brusco de demanda de actividad, inicio de un nuevo deporte, etc.). Es entonces cuando pueden presentarse las molestias. Uno de los músculos que tiene más propensión a volverse vaguete es el vasto interno del cuádriceps. Es un vientre pequeñito y su función principal se enmarca en los últimos 15 grados de extensión de la rodilla. Tiene unas fibras longitudinales y otras oblicuas, son éstas últimas las que pueden fracasar con más frecuencia y ejercer peor su función de recentraje hacia dentro de la rótula.
Bueno, no vamos a generalizar, cada rodilla tiene su historia, su pasado, su naturaleza, pero la clave para una recuperación exitosa de este complejo articular dentro del marco de esta problemática pasa por devolver a las fibras vaguetas su activación… a veces incluso con recordarles su función es suficiente.
Para ello existen ejercicios específicos que solicitarán selectivamente la contracción de esas fibras. Tu fisioterapeuta puede enseñarte una tabla completa con la que trabajar el problema de tu rodilla.