El dolor es un mecanismo que nos protege y ayuda a sobrevivir. Suele aparecer cuando nos hacemos daño. Su principal función es que, una vez el cuerpo ha recibido un daño y considera que este ha supuesto un peligro, se proteja la zona para optimizar la recuperación. Además, se ponen en marcha varios mecanismos para acelerar la reparación de la zona, como puede ser la inflamación. Pero esto NO sucede siempre. Tiene un motivo, y es que el dolor NO significa daño, significa PELIGRO. El experimentar o no dolor va a depender en gran medida del CONTEXTO. Al final, esta experiencia desagradable que es el dolor será el resultado de lo que procese nuestro cerebro.

Imaginemos que nos cortamos con una hoja de papel un dedo. Nuestro sistema nervioso captará este estímulo. Y esta información viajará al cerebro, pero no en forma de “dolor”, sino como información mecánica de lo que ha sucedido en la piel. Una vez llega al cerebro, este analiza la información, y teniendo en cuenta lo que supone para nuestra vida, en función del contexto y demás, se generará o no dolor. Este es una RESPUESTA a un estímulo. Es decir, si nos hacemos daño, pero estamos en una situación en la que hay un peligro mayor, no sentiremos dolor. Un ejemplo muy claro sería torcernos el tobillo y hacernos un esguince, pero tener la necesidad de correr porque nos están persiguiendo.

Pero, si por el contrario, aunque no nos hagamos daño, el cerebro interpreta que estamos en peligro (por ejemplo, haciendo un ejercicio), sí podemos sentir dolor. Y esto supone un gran problema en cantidad de lesiones. Muchas veces, el hecho de haber estado mucho tiempo parados, la experiencia desagradable que supone el estar lesionados, el dolor… consigue que se le coja miedo al movimiento, a realizar las actividades que hacíamos antes, etc.

Esto causará cambios en nuestro cerebro, que ahora verá como peligrosas actividades que, en realidad, no lo son. En consecuencia, sentiremos dolor sin estar dañando ninguna parte de nuestro cuerpo. Es muy importante hacer entender esto a nuestros pacientes, especialmente en aquellos con dolor crónico/complejo, con tal de conseguir que su cerebro vuelva a procesar correctamente las actividades que realizan, para conseguir acabar con su principal problema, que es el dolor, y no la lesión de una estructura en sí misma.