Una articulación con mucho trabajo…

Conocemos la boca como el orificio de entrada del sistema digestivo o uno de sus extremos y le atribuimos funciones tan importantes y vitales como la alimentación, la respiración y la comunicación. Se trata pues de una parte bastante relevante de nuestro cuerpo con aspectos tanto vitales como emocionales/sociales y una carga de trabajo extraordinariamente elevada. Técnicamente se encuentra formando parte de lo que se llama la “esfera estomatognática” (palabreja que no es necesario recordar).

 En conjunto podemos decir que las funciones que se han mencionado son posibles gracias, entre otras cosas, a la buena biomecánica del complejo temporo-mandibular (la articulación de la mandíbula). Se trata de un conjunto formado por las articulaciones temporo-mandibulares, la unión dento-dentaria (dientes de arriba encajando con dientes de abajo) y toda la flota de partes blandas que se encargan de mover estas articulaciones y protegerlas de un exceso de movilidad (músculos, ligamentos y meniscos). Todo ello bajo el control de “la chispa”, es decir, el nervio. En este caso el más significativo es el N. Trigémino (que recoge la sensibilidad de toda la región y transmite también la información efectora de los músculos).

Tras este breve repaso anatómico, es probable que nos demos cuenta de que decir “buenos días!” a nuestro vecino en el ascensor cada mañana o comernos el pincho de tortilla al salir del trabajo, tiene mucha más miga de lo que pensábamos.

Es importante saber que, como complejo articular y músculo-esquelético, se trata de una región expuesta a la misma problemática que cualquier otra parte de nuestro cuerpo y que su autocuidado no debe quedar reducido solo a la higiene diaria de los dientes, sobre todo ante la presencia de síntomas que nos indiquen que algo puede estar fallando.

La medicina ha acuñado la problemática relacionada con la “esfera estomatognática” bajo el término “Desórdenes temporo-mandibulares” (DTM). Se trata de una entidad patológica que abarca múltiples disfunciones relacionadas con esta región. En cualquier caso, se describen tres síntomas básicos que pueden estar en concordancia con un DTM: Dolor en la zona de la articulación temporo-mandibular (delante de la oreja), limitación a la apertura de la boca (con o sin dolor) y crujidos o chasquidos articulares al abrir o cerrar la boca.

Debemos añadir, sin embargo, que la mandíbula está en íntima relación con la columna cervical alta y con la región escapular (zona de los hombros), de manera que puede existir relación de reciprocidad entre estas estructuras. De este modo deberemos hablar también de otros síntomas (no sabemos si huevo o gallina) asociados a los antes mencionados. Éstos son: cefaleas, dolor cervical con o sin limitación de movilidad e incluso dolor hacia los hombros y brazos.

También se considera a la mandíbula como un elemento clave en el conjunto de la postura (tanto estática como dinámica). De modo que se le atribuye una función de estabilidad y equilibrio. Su disfunción puede aumentar la propensión a padecer lesiones a cualquier otro nivel de nuestro cuerpo (que le pregunten al tenista Rafa Nadal). Aquello de que los futbolistas con caries se lesionan más no es del todo mentira…

En definitiva, no está de más conocer la importancia de este complejo articular, cuidar de él con el mismo cariño con el que cuidaríamos el resto de nuestras articulaciones y dar soluciones inmediatas a la aparición de los síntomas mencionados… además de la higiene diaria de los dientes!!!!